El aspecto humano de la educación virtualizada – Primera entrega


La educación en línea en tiempos de Coronavirus – Parte 30

Por Silvia C. Enríquez

En estas últimas semanas tuve la oportunidad de escuchar dos anécdotas sobre la reacción de diferentes adolescentes a la virtualización de las clases debida a la pandemia. Una madre narraba que una profesora de su hijo adolescente había preguntado al curso qué opinión tenían sobre las clases virtuales recibidas en 2020. Este joven pensaba responder con una frase muy breve, y bastante vulgar, que significaba que su experiencia había sido muy mala en todo sentido. La madre lo animó a pensar si había encontrado algo positivo y, también, a emplear términos más amables, pero él decidió enviar su comentario sin modificarlo. Al leerlo, la profesora no se molestó, sino que le contestó que le agradecía su sinceridad y que su opinión era muy útil. 

Es posible que la explicación de la actitud de esta profesora la haya dado la protagonista de la segunda anécdota, otra docente de escuela secundaria que recibió, a fin del año lectivo, el agradecimiento de sus alumnas y alumnos por haber sido la única profesora de la escuela que se había dado cuenta de que era necesario preguntarles cómo se sentían con las clases virtualizadas. Ella respondió que, si la situación le había resultado difícil a ella, creía que lo mismo debía suceder con quienes recibían sus clases, y que conocer sus sentimientos a lo largo del año la había ayudado a diseñar materiales atractivos y no más demandantes de lo posible, porque había entendido que solo de ese modo podía hacer la situación más llevadera y conseguir, como consecuencia, cumplir con los objetivos educativos. Ambas historias revelan una buena dosis de comprensión y empatía.

Probablemente habría sido más útil hablar de este tema a comienzos de este año, antes de que la irrupción de la pandemia en el sistema educativo produjera el desgaste emocional de docentes y estudiantes. Pero es comprensible que, ante la emergencia, se haya optado por dar prioridad a la necesidad de garantizar alguna forma viable de educación. Sabemos de instituciones educativas y docentes que se aseguraron de contemplar el aspecto humano de la enseñanza, pero algunos resultados de nuestra encuesta para estudiantes revelan, como analizaremos en mayor detalle en el próximo artículo que, en muchos casos, esta situación excepcional les resultó más gravosa a quienes recibieron clases que a quienes las dieron. 

En 2014 publicamos en este blog un par de artículos (1) sobre la necesidad de contemplar las emociones de docentes y estudiantes ante el empleo de las TIC en la educación. Releerlos podría ser un modo de comenzar a reflexionar sobre este importante aspecto del proceso educativo. Tal vez este sea el momento de evaluar lo hecho en nuestras clases y tomar decisiones para la etapa final de las medidas sanitarias adoptadas y la transición a la vida sin pandemia que tenemos por delante, de modo que aprendamos a dar a un salto de calidad en nuestro modo de brindar a las y los estudiantes el apoyo que necesitan en el empleo de tecnología, con o sin clases virtuales. 

  1. Enríquez, S. Las emociones y las TIC. https://blogs.ead.unlp.edu.ar/didacticaytic/2014/12/05/emociones-y-tic/ 

Enríquez, S. Emociones y TIC: lo que dice la teoría. https://blogs.ead.unlp.edu.ar/didacticaytic/2014/12/14/emociones-y-tic-teoria/ 

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