El clima de Haití destruyó dos grandes ejércitos (1)

PAISDentro del caos general que trajo consigo la Revolución Francesa, una de sus colonias más ricas, Saint Domingue, que más tarde se convertiría en Haití, comenzó a experimentar problemas.
Con la promulgación de los Derechos del Hombre en una colonia fundamentada en un sistema de esclavitud brutal, la resistencia armada contra los propietarios blancos de las plantaciones pasó de los mulâtres, de raza mixta y tendencias proescalvistas, a una revuelta general de los esclavos africanos en 1791.
Inglaterra y España, ambas en guerra contra la Francia republicana entre los años 1790 y 1799, acordaron dividirse el botín de Saint Domingue. España luchó a través de las bandas de esclavos rebeldes en el norte, e Inglaterra invadió el sur en 1793. Al darse cuenta de que ni España ni Inglaterra pondrían fin a la esclavitud, los rebeldes dieron la espalda a los españoles y atacaron a los británicos. Aunque no se vieron seriamente amenazados por los rebeldes hasta el final, los británicos sucumbieron en cambio a la geografía de St. Domingue.
El comandante inglés había asegurado a Londres que podía tomarse el territorio con 877 soldados, pero los refuerzos no lograban mantenerse al día con los estragos que producían la fiebre amarilla y la malaria. En un caso típico, el teniente Thomas Howard, al mando de un regimiento formado por 700 húsares, perdió 500 hombres en un mes, cuando en batalla sólo había perdido siete. Al final, las enfermedades y los rebeldes forzaron a los británicos a evacuar la isla, dejando a sus espaldas más de 14.000 muertos. Edmund Burke resumió así este desastre: “La espada hostil es caritativa; el país mismo es el enemigo más temido”.
Cuando Napoleón consolidó su poder en Francia después de 1799, se propuso reconquistar la apreciada colonia, para usarla como trampolín para reafirmar el control francés en el Territorio de Luisiana. Su fracaso fue igual al de los británicos. Los soldados franceses no pudieron sobrevivir en el ambiente malsano de Haití. En 1802, Leclerc, el cuñado de Napoleón, ocupó rápidamente toda la colonia con 20.000 soldados, pero la fiebre amarilla y la malaria volvieron a tomar el control: la mortalidad por fiebre amarilla excedió el 80%. Para ocultar sus bajas, los franceses sacaban a los muertos de noche y suspendieron los funerales militares. Sólo dos comandantes de regimiento sobrevivieron, y el propio Leclerc sucumbió a la fiebre amarilla antes de que terminara el año.
Los franceses lucharon con refuerzos masivos hasta 1803, cuando decidieron evacuar lo que quedaba del ejército. Diez mil hombres lograron regresar a Francia y 55.000 quedaron enterrados en la colonia. En poco tiempo nació Haití, la segunda república independiente del hemisferio, dando refugio y apoyo a Simón Bolívar en su hora más oscura en 1815. Napoleón se vio forzado a abandonar sus planes en Luisiana, territorio que vendió a Estados Unidos. La tenacidad de los rebeldes haitianos fue esencial en la única revuelta exitosa de esclavos en la historia, pero su victoria dependió de la aplastante carga de enfermedades tropicales que afectaba a la isla.
1 Basado en Heinl y Heinl (1978).