Tiempo y espacio de lectura Blog de construcción colaborativa con lecturas literarias, recomendaciones, citas e informaciones

Monthly archives "octubre"

10 Articles

La aventura de un fotógrafo en La Plata, de Adolfo Bioy Casares.

Hace ya mucho tiempo alguien me regaló este libro, el cual nunca abrí; quizás por desinterés. Recientemente lo encontré entre otros libros y decidí darle una oportunidad.
Fue una gran decisión, porque me encontré con un libro muy atrapante. La pluma magnífica de Bioy Casares construye, principalmente a partir de diálogos entre un puñado de personajes, la intrigante historia de un muchacho que es enviado desde Las Flores a fotografiar los principales edificios y sitios de interés de la capital provincial, en donde su ambivalente relación con una familia que conoce en la estación despierta la preocupación de sus allegados. Todo esto, nebuloso y confuso, se ve envuelto por la confusa niebla húmeda de La Plata, que genera una atmosfera completamente nueva. Hay, sin dudas, un increíble trabajo de “lo sensitivo” por parte del autor.
Me quedan unas pocas páginas, pero no puedo arriesgar un final porque, bueno, estamos hablando de Bioy Casares.
Mateo Serrichio

Buena alumna. El difícil e irregular oficio de no ser

La protagonista de Buena Alumna, novela de Paula Porroni, escritora argentina radicada en Inglaterra, cuenta la historia de alguien que camina pero no avanza. No tiene nombre (si lo tiene, el lector no lo va a recordar) ni futuro aunque piense constantemente en él. El personaje, ni bien termina la enseñanza secundaria en Buenos Aires, a fuerza de insistir, logra que su familia le financie un viaje a Inglaterra, donde perfecciona primero su inglés y después estudia una carrera de grado, Historia del arte.
En pocas páginas, el relato da un salto en el tiempo y nos encontramos por segunda vez en el pueblo inglés donde cursó sus estudios. Ahora la protagonista sin nombre pretende realizar una carrera de posgrado. Por obligación, más que por afecto, mantiene contacto permanente con su madre, quien desde Argentina le envía el dinero suficiente para que pueda mantenerse. Solo le pide a cambio que escuche sus consejos, catarsis etaria mediante. “Aunque no estoy cansada, no quiero hablar con mamá.”.
Después de su intento fallido de ingresar a la Universidad X (la universidad tampoco tiene nombre), decide mudarse a Londres. Cada uno de los pasos que da no representa solo una migración geográfica sino también un desfasaje temporal. A medida que el tiempo transcurre, se va alejando progresivamente de sus compañeros de promoción y se aleja, a su vez, de su potencial ingreso a una universidad de prestigio. La vida se muestra como una fuerza independiente de sus deseos, una fuerza que la empuja hacia un destino en principio desconocido, aunque el lector no carece de indicios sobre la dirección que podría tomar.
La protagonista cierra las puertas de Buenos Aires mientras Inglaterra le va cerrando las puertas a ella. Una vez en la capital de la isla, un compañero ocasional le aporta una perspectiva un tanto desalentadora. “¿Vivís en Londres?”. “Sí”, es su respuesta. “Para mí significaría una tortura. Podría vivir en el sur de España o tal vez en Italia. Pero en Londres jamás”. De pronto, el Támesis deja de ser el Támesis, la arquitectura georgiana o victoriana pierde su belleza y Kensington, su encanto. De todos modos, si “el inglés” es “arrogante, materialista y superficial” como lo describe El serbio, Buenos Aires sigue sin ser una alternativa viable.
Del otro lado del mundo, como tantas otras veces, llegan noticias de una fuerte caída del peso y de una profundización de la crisis económica, pero ella se encuentra protegida por Inglaterra que, en el sentido económico, también es una isla. Por fin aprueba vía streaming el examen de ingreso a una politécnica de la Universidad de Leicester. La realización personal estabiliza y le da nombres a las cosas. No obstante, los rumores acerca de irregularidades en la financiación de las becas a extranjeros crecen de manera exponencial. ¿Se trata de rumores o de nuevas realidades económicas que van tomando forma y saliendo a la superficie?
Paula Porroni sabe de lo que habla porque hizo su carrera en la Universidad de Cambridge y conoce en primera persona la cadena interminable de instancias formadoras que impone el sistema universitario actual. ¿Qué sentido tiene la persecución indefinida de acreditaciones y títulos académicos? La narradora de Buena Alumna parece encontrarse dispuesta a pagar el precio de la enajenación por el solo hecho de mantenerse a distancia de su país de origen. A juzgar por la historia última de Argentina, nadie se encontraría en condiciones de contradecirla con argumentos medianamente sólidos, aunque, como lectores, nos deberíamos preguntar también si vale la pena deambular por la cinta sin fin de la burocracia universitaria. Como sostiene Mark Fisher, transitamos una época en que no estaría demás interrogarnos sobre el modelado preventivo de los deseos y su consecuente familiarización con la libido académico-burocrática.
Porroni, Paula. (2016). Buena alumna. Barcelona: Editorial Minúscula.

Rubén Dellarciprete

Ojos, de Pedro Moreno

Cuando oyó que sanaba parar, se detuvo para sanar(se)
Pedro Moreno

Ojos es el título de un libro de poesías que acabo de leer. Pedro Moreno, el autor, eligió ese título porque allí expresa su punto de vista, su particular observación de aquello que vio en sus casi doce años de vida: sol, flores, pastizales, cangrejos, botellas, océanos de gente, fantasías, pájaros, lágrimas, campanas, atavíos, reliquias auditivas… una danza de objetos, sensaciones, preguntas que movilizan respuestas sin clausura, cuestionamientos que una vez que llegan, se quedan para abrir mundos, para dar lugar a más miradas.
La particular curiosidad de Pedro Moreno por las palabras se une a su agudeza para hacerlas propias, abriendo la posibilidad de conocer su manera de ver el mundo. Lector de Walt Whitman, me cuenta: “si yo encontraba una palabra que no conocía de él, la buscaba, encontraba su significado y buscaba sinónimos de esa palabra, entonces ahí ya tenía palabras listas para usar”.
Pedro no solamente usa las palabras, las renueva, las incorpora para observar el mundo, para decirlo, para inquietar(nos) con su manera de verlo/crearlo:

Cerveza en los escombros,
camiones de juguete,
aguas vibrantes, y lindas orugas.
Lindos los universos imaginarios
que se crea uno.

El libro se gestó a fines del 2019 y se concretó/estalló este año, en este contexto que nos obliga a detenernos, a (re)visar, a (re)pensar, a buscar, a aprender, y seguramente, como dice el epígrafe, a sanar(nos).

Lila Tiberi

El punto, leído y comentado por Luis Pescetti

https://www.youtube.com/watch?v=omHumurzmoc

Hace un tiempo, una amiga con la que he compartido muchos momentos maravillosos me obsequió un presente, compartió conmigo un video que me permitió en un momento difícil ver las cosas de otra manera, desde otro punto de vista. Un video de Luis Pescetti sobre la lectura de un cuento de Peter Reynolds: “El punto”. Lo escuché atentamente porque no podía verlo, mi computadora está viejita. Pero de todas maneras fue maravilloso porque mientras lo escuchaba podía imaginarme a los personajes: una nena y su profesora de artes visuales en el momento que finalizaba la clase de arte; bueno, pero no voy a replicar el relato, véanlo, buenísimo. Simplemente les comento que vi en este cuento reflejadas muchas de nuestras experiencias áulicas en el Bachi donde soy docente y en especial las acciones metodológicas de la enseñanza y del aprendizaje del lenguaje del código visual (el punto es uno de los elementos de este código). Metodología que se aplica, ya hace bastante y con resultados gratificantes, en la asignatura Fundamentos Visuales del Área del Lenguaje. En este espacio el/la estudiante, como la nena del relato, observa, juega, pregunta, se enoja, explora, destruye, reflexiona, construye, analiza, confronta con pares y docentes, comprueba y fundamenta sobre un tema: “El punto”. Mientras tanto, el lugar de la profesora no es sólo el de informar, sino escuchar, alentar, jugar, acompañar a la nena a tomar decisiones en el desarrollo de su proceso creativo, apoyando e incentivando la búsqueda de una imagen personal relacionada con el pensar y el sentir del/la estudiante, para construir un conocimiento significativo para él/ella y trasladar luego este conocimiento a otros espacios de su vida.
Este video nos ofrece un material valioso para pensar, producir y compartir con estudiantes y docentes. Nos invita a pensar en otra mirada sobre la manera de percibir el mundo. Nos ayuda a crecer, a sentirnos mejor. Puede ser el punto de partida para trabajar juntas ¡y seguir jugando!
Teresita Miquelarena

Viendo y escuchando una hermosa publicación de Luis M. Pescetti sobre un libro de Peter Reynolds, comencé a recordar algunas de mis experiencias docentes, ya que en su interpretación sobre el cuento vi reflejadas situaciones que pude compartir con estudiantes y colegas docentes.
En este breve intercambio de reflexiones que L. Pescetti hace con nosotros, su público, encuentro analizada la base de una metodología de enseñanza aprendizaje que tuve el placer de compartir con colegas que me precedieron en su aplicación y el placer de reconocer su eficacia.
Cada uno de los puntos que el narrador describe sobre la acción del estudiante: el intento, la frustración, el enojo, la impotencia, la reflexión, el cambio de perspectiva sobre la situación, la recuperación de la autoestima, el encontrar un punto sobre el cual validar su obra, el elogio y la posterior transferencia hacia otros de su propio aprendizaje; tiene un correlato en la metodología docente descripta.
Como todo esto parece muy abstracto, les cuento que me llamo Alejandra, soy profesora (ya jubilada) de Artes Plásticas; y tuve la suerte y el placer de comprobar cómo ciertas maneras de construcción del conocimiento son muy efectivas.
Desarrollé gran parte de mi labor docente en el Bachillerato de Bellas Artes de la UNLP, en el cual dicté varias asignaturas, una de ellas, Fundamentos Visuales de 1° año.
En un cambio de Plan de estudios del colegio, la Coordinadora del Área, junto con los docentes, se propuso modificar las estrategias de conocimiento del lenguaje visual y a partir de entonces (estudio, perfeccionamiento y gran compromiso por medio) comenzó una manera de trabajo que adquirió una identidad propia.
Debo aclarar que el espíritu de esta metodología no era exclusivo de esta asignatura, pero sí las estrategias que desarrollamos en ella.
El tema tratado, “El punto”, es uno de los primeros que vemos con los alumnos y recuerdo un encendido debate que se generó en una de las clases de este nivel, ya que comienza la clase no con una exposición sino con las interrogantes sobre qué es el punto.
Sería muy extenso describir todo el desarrollo de la experiencia, pero baste decir que al considerar las definiciones de los alumnos se ven introducidos al tema desde su opinión personal; luego se anotaban todas las definiciones expresadas y se expresaban opiniones sobre las mismas, nadie se silenciaba y todos debían escucharse. Se trabajaba el tema desde lo visual, pero comenzando el rastreo de ideas desde un panorama amplio, que no descartaba ninguna idea. Entre todos íbamos generando la descripción de lo que era un punto, qué características tenía, cuándo lo veíamos como tal, etc.
Posteriormente debían demostrar las hipótesis enunciadas con elementos demostrativos, exponiendo sus trabajos y explicando funcionamientos de construcciones y estrategias elaboradas.
¿Pero qué resultaba realmente maravilloso? El interés y la pasión que demostraron sobre un tema en apariencia árido.
Cuando logramos la participación protagónica de los estudiantes, dejamos que manifiesten sus ideas, posibilitamos el debate con respeto y los incentivamos a profundizar en sus ideas, se logran resultados maravillosos.
Al posibilitar la expresión propia, secundada por la escucha hacia los otros, sin desacreditar a nadie, compartiendo tanto risas como críticas encendidas sobre el pensamiento de cada uno de los integrantes del grupo, incluyéndome, logramos un conocimiento sobre El Punto, que no creo que olviden.
Esta forma de compartir el conocimiento conlleva la flexibilidad y entrega por parte del docente que implica arriesgarse, imaginar escenarios posibles y la humildad de aceptar frente a la clase que todos aprendemos juntos.
Ahora, debo confesar también que, si alguno de los estudiantes recuerda estas clases seguramente no tendrán mi misma mirada; el mayor aprendizaje no quedaba en el contenido Punto, sino en el manejo del proceso. Cómo aprender a expresarse, a defender una idea, a escuchar a los otros y lograr ser escuchado, a reconocer el error, a buscar estrategias para iluminar al resto y finalmente saber cuándo parar para que la profesora pueda salir al recreo.
Alejandra Bedouret