La educación tiene que cambiar. ¿Qué puedo hacer yo?


Por Silvia C. Enríquez

 

Los comentarios de los integrantes de nuestra Comunidad en los dos meses transcurridos desde que celebramos la Jornada “El futuro de la educación (en nuestras manos)” dejan claro que somos muchos los que estamos convencidos de que la educación necesita ser repensada desde sus cimientos, para replantear su rol en el mundo actual y buscar un camino que permita mejorar y dejar de cometer los errores del pasado (que son, en gran medida, los errores actuales).

Como parte de los ecos de esa Jornada, el pasado 8 de junio participé en la presentación virtual “Manifesto 15: Where do we go now?”, organizada por John Moravec y Kelly Killorn-Moravec en el marco de la Conferencia IDEC@EUDEC  llevada a cabo en Finlandia entre el 6 y el 10 de ese mes. Parte del propósito de esa sesión era relatar lo que se había dicho en los últimos meses sobre el Manifiesto 15 en distintos grupos de trabajo del mundo. Estaban presentes, entre otros, asistentes de Finlandia, Polonia, Gran Bretaña, España, Turquía y Estados Unidos.

Al narrar ante ellos las conclusiones de la Jornada que llevamos a cabo en la Universidad de La Plata, pude comprobar que, aun en países bastante lejanos del nuestro, las opiniones de los docentes coinciden en gran medida con las nuestras. En particular, estuvimos de acuerdo en que dejar atrás los viejos hábitos de educación conductista y top-down, con el docente como centro no es fácil, ni siquiera en el caso de quienes tratan de hacer ese cambio porque son conscientes de que es necesario. En otras palabras, a los docentes nos cuesta mucho imaginar, y poner en práctica, una clase en la que verdaderamente nos convirtamos en facilitadores y demos a los alumnos la oportunidad de aportar conocimientos y decir lo que piensan y quieren. Y los alumnos tampoco se adaptan tan rápidamente a una pedagogía que les pide hacerse cargo de ciertos aspectos de sus estudios que implican una responsabilidad personal que, en general, están acostumbrados a delegar.

Agrava la situación el hecho de que, en muchos casos, los estudiantes de carreras docentes continúan sin recibir una enseñanza que les permita incorporar a su práctica ideas innovadoras y recursos adecuados a las necesidades actuales. Coincidimos en que la incorporación de tecnologías digitales al aula no es la solución de todos los problemas pero, al mismo tiempo, carece de sentido no emplearlas cuando forman parte de la vida diaria para la mayor parte de los seres humanos y su uso es un requisito para tantas situaciones laborales.

Todos coincidimos en la necesidad de ponernos en marcha y comenzar a producir el cambio, cada uno en su lugar. Sin embargo, por el momento nadie ha encontrado la solución definitiva que, creo, debemos buscar intercambiando ideas. Una comunidad de práctica dedicada a la  formación de los educadores, como Docentes en línea, es el ámbito ideal para hacerlo. Por ello, quisiera comenzar un intercambio de opiniones sobre este tema, aportando, para comenzar, mi granito de arena acerca de qué podemos hacer:

  • Ir más allá en nuestra convicción de que debemos trabajar de modo colaborativo y comenzar a ponerlo en práctica en clase y también aprendiendo con nuestros colegas.
  • No esperemos a que los cambios lleguen desde las autoridades educativas: comencemos a producirlos buscando modos innovadores de enseñar y aprender, para contribuir a que el cambio se produzca en los hechos. Producir esos cambios en clase ayudará a que nuestros alumnos vean de qué otros modos se puede aprender. Esto es especialmente importante en el caso de los estudiantes de carreras docentes. Naturalizar esas nuevas aproximaciones al aprendizaje contribuirá, en alguna medida, a crear un sentido común renovado acerca de lo que se puede esperar de la educación.

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